Juan era un niño alegre y juguetón. Siempre le gustaba ir andando y saltando a todos los sitios pues se sentía muy cómodo con unos zapatos que le regalo su abuela.
Estos zapatos ya estaban un poco usados y viejos pero su mama se los limpiaba con mucho cariño y casi parecían nuevos. Con ellos lo mismo iba al Cole al parque al campo a ver una peli al cine o al cumple de un amigo.
Un día cuando iba de compras con su mama paso por una zapatería y vio unos zapatos que llamaron su atención. Tenia unos cordones clulisimos y un color súper guay.
Empezó a decirle a su mama que se los comprara. Ella no quería porque los zapatos que tenía eran buenos y aunque usados estaban en buen estado pero cada vez que pasaban junto al escaparate el niño lloraba y lloraba por aquellos zapatos nuevos.
Su madre al fin se los compro y Juan se los puso enseguida y se fue al parque para estrenarlos. Comenzó a andar y a saltar y al poco tiempo se dio cuenta de que los zapatos le molestaban. Los pies le dolían y le hicieron pequeñas heridas Juan se acordó mucho de sus zapatos viejos en cuanto llego a su casa fue a buscarlos y se los puso enseguida
¡Que a gusto estaba con ellos!
Así aprendió una lección que las cosas lo mismo que las personas si nos hacen daño de nada nos siven por muy bonitas que sean sino que había que aprender a quererla por su bondad y no dejarnos llevar por las apariencias.
Samuel Navarro Lora
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