viernes, 18 de diciembre de 2009

El pato y el pez

Había una vez un pato que era despreciado por su familia por no ser de su mismo color; todos los patos de su familia eran blancos con una pequeña mancha en el cuello marrón y verde, sin embargo él era de color amarillo con la mancha de color naranja.
Este pato se llamaba Eduardo y solamente tenía un amigo que era un conejo llamado Iván.

Un día mientras Eduardo paseaba por el lago acompañado de su amigo Iván, él le soltó de golpe que tenía la necesidad de irse por ahora a Ámsterdam para pasar allí unos años junto a su abuela y sus primos. Eduardo se sintió muy triste aunque a la vez impresionado, porque no quería que su mejor y único amigo se alejara nunca de él, pero desgraciadamente ocurrió sin esperarlo.

Pasados 2 largos años...

Eduardo conoció por suerte a un pequeño pez que se encontraba en una situación parecida a la suya, éste pez se llamaba Cristian aunque sus allegados le llamaban cariñosamente Cris.

Éste pez se encontraba en una situación un tanto incómoda, era un pez muy querido en el lago y sus alrededores pero lo querían por que su padre era uno de los animales más bien pagados del lago.

Desgraciadamente su padre murió y desde entonces no es apreciado por las criaturas del lago.

Un buen día los dos amigos decidieron hacer una gran fiesta, con el dinero que había heredado el pez y las grandes ideas que siempre se le ocurrían al pato.

Cuando ya tenían las cosas preparadas para empezar la fiesta, se dedicaron a ir comunicando a todos los animales del lago a qué hora y dónde era la fiesta. Todos los animales decidieron ir para pasar el rato y no aburrirse.

En la fiesta había buena música, una comida deliciosa, una piñata y una cantidad de adornos impresionante.

Los invitados se lo pasaron mejor de lo que esperaban y entonces comprendieron que lo importante de los amigos no es quién sea su padre o de qué color tengan las plumas, sino de cómo son por dentro, es decir, si son simpáticos, amables, generosos...

Pasada la fiesta, todos los invitados los felicitaron y desde entonces fueron aceptados por todos, siempre eran felices y tenían millones de amigos.


Enrique Márquez Caro 3º curso

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